Actualmente, casi todas las ciudades alrededor del mundo experimentan problemas de crecimiento. Enfrentan retos de sustentabilidad, problemas de inequidad social y desafíos en materia de adaptación al medio ambiente. En México, la urbanización descontrolada ha sido constante, con asentamientos que atentan contra el medio ambiente y comprometen el bienestar de sus habitantes.
Una de las estrategias de política pública que vale la pena explorar en busca de soluciones a estos problemas es la densificación urbana. Así lo recomiendan organismos internacionales como el Banco Mundial, Naciones Unidas y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, cuyos reportes recientes promueven el desarrollo de ciudades compactas.
Esta estrategia se compone de un conjunto de procesos a través de los cuales las ciudades buscan ser más eficientes, equitativas y sustentables. Para ello, el principal requisito es detener el crecimiento horizontal, que conlleva el desaprovechamiento de grandes extensiones de terreno, y sustituirlo por un crecimiento interno. Esto implica recuperar espacios, aprovechar los que no están siendo utilizados y construir viviendas verticales.
Por supuesto, existen opiniones contrarias a la densificación urbana. Un número considerable de ciudadanos desacredita esta estrategia, aunque se muestra atraído por sus potenciales beneficios. Además, hay numerosos factores que deben tomarse en cuenta para llevar a cabo un proceso de densificación urbana que convenga a cada una de las ciudades donde se implemente.
Es por todo lo anterior que esta publicación revisa los conceptos internacionales de ciudad compacta y densificación urbana a la vez que establece siete condiciones para que una estrategia de este tipo se ponga en práctica de manera positiva en México y, particularmente, en la Ciudad de México. Una de estas condiciones es responder a la informalidad y los asentamientos irregulares. Otra condición es promover la participación pública en el desarrollo urbano.
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